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Ahora la vida es mejor en la Avenida 34

Publicado el

por Francis Provenzano

Cuando cierras una calle de una ciudad a los automóviles ocurren cosas buenas. De algún modo recuerdas, o imaginas, o experimentas por primera vez, cómo podría ser tu vida pública si no estuviera limitada por los requerimientos de unas máquinas móviles de dos toneladas de acero que monopolizan la circulación de personas y relaciones. Si quitas a los automóviles de las calles, entonces más personas hacen cosas que no son conducir. Por ejemplo, caminan, charlan, andan en bicicleta, practican yoga, patinan, aprenden a patear una pelota y se divierten en un espacio normalmente reservado para vehículos motorizados. Menos ruido, menos peligros, menos contaminación, más felicidad y algo de la humanidad perdida.

No todo el mundo comparte esta mirada. Especialmente los automovilistas. Tienen sus argumentos, la mayoría ya rebatidos por la teoría, la práctica y la teoría-práctica. Argumentan que las empresas sufrirán (a pesar de la evidencia en contrario), la congestión aumentará (no es así, dicen los informes) y las personas mayores y discapacitadas tendrán menos acceso al espacio público (lo cual es una tontería). Como cualquier cambio que haga retroceder la cultura del automóvil, las calles sin coches enfrentan desafíos importantes.

Durante la pandemia de Covid-19, las ciudades de todo el mundo cerraron calles a los automóviles y las abrieron a las personas. La gente, encerrada, estaba perdiendo la cabeza. De pronto salían y la ciudad sin automóviles motorizados parecía un paraíso. Y si no tanto, al menos parecía vivible. Casi tres años después, algunos de estos experimentos fueron tan populares que llegaron para quedarse. Hay ejemplos, todos ellos en pugna, en cada ciudad del país, y también más allá. La Avenida 34, en Jackson Heights, Queens, es uno de los casos testigos de la ciudad.

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No está cerrada a los automóviles las veinticuatro horas del día, y sin embargo, la Avenida 34, ahora Paseo Park, es uno de los proyectos más exitosos de Nueva York en cuanto a creación de espacios más amigables con las personas, no con los fabricantes de automóviles y los tarados que creen que sin auto pierden su libertad y sus derechos y su estilo de vida estadounidense.

En serio se oyen esas cosas.

Actualmente, la calle está libre de automóviles todos los días entre las 7 de la mañana y las 8 de la noche, haciendo, de esas veintiséis cuadras de Queens, un parque público de facto. En este recién descubierto espacio, el vecindario alberga una gran cantidad de actividades culturales, que incluyen yoga, baile, jardinería, clases de inglés como segundo idioma y artes y manualidades para niños. Hay gente que tuvo su primera cita en Paseo Park. Hay gente que se enamoró en Paseo Park. Algo difícil de hacer sobre una SUV más adecuada para invadir Rusia que para moverse en Queens.

Iniciado en los primeros días de la pandemia, el proyecto de calles abiertas de la Avenida 34 se organizó como parte de la iniciativa Calles Abiertas de la ciudad de Nueva York. Voluntarios del barrio colocaron barreras de tránsito todas las mañanas y comenzaron a organizar eventos, actividades y juegos. Hubo algunas escaramuzas pero no tantas. Todavía estaba ese espíritu de aplaudir al personal médico y a los recolectores de residuos, y la idea de que saldríamos mejores de la pandemia. No salimos mejores, eso está claro, pero al menos nos quedó la posibilidad de mantener algunas calles para sentarse a jugar al ajedrez y comprar tomates frescos, en lugar de ser atropellados por un automovilista inmerso en su estilo de vida estadounidense.

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Según informes del departamento de transporte de la ciudad, el proyecto redujo la violencia vehicular contra peatones en un 41,7%. Aunque el proyecto sigue generando controversia, y definitivamente hay demasiadas cosas que corregir (quizás son correcciones culturales más profundas: las bicicletas eléctricas y los ciclomotores de delivery pasan las vallas y no rebajan la marcha), la Avenida 34, en Queens, NY, es un testimonio de las posibilidades de la organización comunitaria y un recordatorio de todo lo que puede ofrecer una calle centrada en las personas, no en los automóviles.

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