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Trabajar en la vejez

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por Matthew J. Wolf-Meyer

El presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump no son los únicos ejemplos de políticos que trabajan hasta bien entrada la edad dorada. Los miembros de la generación del baby boom (estadounidenses nacidos entre 1946 y 1964) son los más numerosos en la Cámara de Representantes, y en el Senado superan en número a los legisladores de todas las demás generaciones juntas.

En total, dos tercios de los senadores estadounidenses y casi la mitad de los legisladores de la Cámara de Representantes tienen derecho a recibir beneficios de jubilación completos a través del Sistema de Jubilación de Empleados Federales. Y, sin embargo, siguen trabajando. Lo mismo hacen los cuatro jueces de la Corte Suprema que tienen más de 65 años.

No están solos. Cuando se les da la opción, muchos estadounidenses parecen preferir trabajar más en lugar de menos. Esto es cierto en sus horas de trabajo semanales y anuales, así como en el período de su vida que pasan trabajando. Aproximadamente uno de cada cinco estadounidenses mayores de 65 años está trabajando, a pesar de que ya pasó el punto en el que tiene derecho a recibir beneficios de jubilación completos y pagos de la Seguridad Social.

La proporción de adultos mayores en la fuerza laboral está aumentando, aunque no está claro cuántos de ellos siguen fichando porque quieren y cuántos no pueden darse el lujo de dejar de hacerlo debido a las lagunas en la red de seguridad social de Estados Unidos.

Como historiador y antropólogo de la medicina en Estados Unidos, he pasado años investigando las formas en que los adultos estadounidenses generalmente han optado por ganar salarios más altos en lugar de reducir sus horas de trabajo.

Creo que la decisión de Biden de jubilarse después de años de servicio público ofrece una oportunidad para considerar lo que está en juego como sociedad cuando tantas personas mayores de 65 años siguen trabajando, especialmente en puestos destacados.

Convenciones sobre jubilación en otros países

Tal vez no para los políticos, pero en muchas ocupaciones ahora se necesitan menos horas de trabajo para lograr la misma producción laboral que hace un siglo, gracias a los avances en la fabricación y la informática.

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Sin embargo, casi nadie está reduciendo su carga de trabajo a pesar de estos aumentos en la eficiencia. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, una agencia gubernamental, la mayoría de los empleados estadounidenses a tiempo completo registran alrededor de 40 horas de trabajo cada semana.

Muchos europeos trabajan menos horas, se toman vacaciones más largas y obtienen beneficios de jubilación más generosos de sus gobiernos que sus homólogos estadounidenses. No es coincidencia que el respaldo a la jubilación a los 65 años o antes tenga un amplio apoyo en la Unión Europea.

Foto: David Siglin.

En Estados Unidos, la jubilación tardía se debe en parte a cambios de política. Para los estadounidenses nacidos en 1960 o después, la edad de jubilación federal ha aumentado ligeramente de 65 a 67 años. Eso incluye a los últimos nacidos durante el baby boom, que cumplirán 65 años entre 2025 y 2028. Los jubilados que tienen derecho a los beneficios de la Seguridad Social pueden cobrar un nivel más bajo de ellos a los 62 años y obtener niveles más altos de beneficios de la Seguridad Social si trabajan hasta los 70.

Como relata la economista Dora Costa en su libro La evolución de la jubilación, la convención de una edad de jubilación fija surgió a principios del siglo XX como resultado de los datos actuariales sobre la esperanza de vida y el establecimiento de pensiones y sistemas de seguridad social.

Envejecimiento y salud

Es cierto que cada persona envejece de manera diferente y que la permanencia en el trabajo después de los 65 años tiene beneficios para la sociedad, como la memoria institucional y la experiencia laboral.

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Existen debates recurrentes sobre los beneficios de trabajar durante la vejez. En algunos casos, las investigaciones respaldan los beneficios que algunas personas obtienen de trabajar después de los 65 años, pero también respaldan la importancia de tener pasatiempos y sus efectos promotores de la salud. Lo que está claro es que mantenerse activo en la vejez es lo más importante para mantenerse sano.

Pero también existen varios inconvenientes relacionados con los problemas de salud asociados con el envejecimiento. Por ejemplo, las enfermedades rutinarias pueden tener efectos descomunales en el cuerpo al envejecer, y la recuperación de lesiones y enfermedades puede llevar más tiempo cuando se tiene más de 65 años que en los adultos más jóvenes. Eso puede significar largos períodos en los que un empleado no puede hacer su trabajo.

Las capacidades cognitivas pueden apenas disminuir en algunas personas, mientras que otras experimentan los cambios dramáticos asociados con la demencia relacionada con la edad.

Lamentablemente, determinar quién debería jubilarse si no se ofrece voluntariamente es difícil porque las pruebas cognitivas no siempre son fiables. A menudo evalúan las capacidades necesarias para realizar la prueba en lugar de las capacidades subyacentes.

Por ejemplo, las pruebas auditivas evalúan inadvertidamente la comprensión auditiva al intentar medir la capacidad de recordar una secuencia de palabras. Muchas pruebas evalúan funcionalmente la personalidad de una persona en lugar de sus capacidades cognitivas. Las personas con ciertos tipos de personalidad pueden enmascarar sus cambios cognitivos. Además, el sesgo en la evaluación de los cambios cognitivos a menudo se basa en la experiencia del evaluador de sus interacciones con el sujeto de la prueba.

Excepto en los casos en que alguien está experimentando cambios claros en su capacidad cognitiva y su capacidad para interactuar con los demás, argumentar que alguien debe jubilarse a menudo se basa en suposiciones capacitistas.

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Preocupaciones por la seguridad social

Basar la necesidad de que alguien se jubile en su capacidad percibida para hacer el trabajo aporta un sesgo innecesario a esta decisión. En mi opinión, establecer una edad de jubilación obligatoria proporcionaría un mecanismo neutral para garantizar que la jubilación del servicio público se produzca de forma más fluida que en el caso de Biden.

Muchos estadounidenses mayores que siguen trabajando después de los 65 años lo hacen porque no pueden permitirse jubilarse. El coste de la vida, incluidos los costes asociados a la longevidad, ha superado el apoyo que proporcionan los beneficios de la seguridad social. La tasa de pobreza entre los adultos mayores de 65 años es mucho más alta que en Europa.

Pero casi todos los políticos y funcionarios públicos estadounidenses tienen libertad para dejar de trabajar cuando cumplen 65 años o poco después. Tienen el beneficio del Sistema de Jubilación de Empleados Federales y del Plan de Ahorro para el Retiro de los empleados federales, que algunos economistas sostienen que podría servir de modelo para todos los demás. A pesar de su capacidad para dar un paso atrás en sus carreras con pocas preocupaciones financieras, muchos de estos líderes y trabajadores siguen en el trabajo mucho después de poder dimitir.

Si Estados Unidos adoptara una edad de jubilación obligatoria para todos los empleados federales, al menos esos estadounidenses se ahorrarían las difíciles conversaciones sobre la capacidad mental que muchos de nosotros eventualmente enfrentamos a medida que envejecemos.

Mientras tanto, la decisión de Biden de jubilarse ofrece una oportunidad para considerar colectivamente cuándo deberían jubilarse los estadounidenses.

Conversation. Traducción: Mara Taylor.

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