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Repensar la gentrificación

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por Mieko Tarrius

Cuando pensamos en la gentrificación, a menudo pensamos en cómo se transforman la demografía y el paisaje de un vecindario. Los bloques de apartamentos de lujo reemplazan a las viviendas unifamiliares. Los cafés de moda reemplazan a los negocios independientes. Familias adineradas y empresas se mudan, a menudo expulsando a los residentes de larga data que no pueden permitirse el lujo de quedarse.

Durante décadas, la gentrificación tuvo un impacto significativo en las ciudades de todo el mundo. Un estudio de 2016 realizado por la Universidad de Nueva York sobre los barrios gentrificados de la ciudad estimó que algunos de ellos habían experimentado un aumento medio del alquiler del 78,7% entre 1990 y 2014, en comparación con el 22,1% en toda la ciudad. Nueva York se ubica constantemente entre las ciudades más caras del mundo, junto con Singapur, Zúrich y Hong Kong.

Cuando la gentrificación se introdujo por primera vez en nuestro vocabulario hace algunas décadas, se utilizó para describir las dimensiones económicas de los cambios de vecindario. Pero, más recientemente, quedó claro que la gentrificación tiene efectos dramáticos en las comunidades racializadas en particular.

Desde Montreal hasta Nueva York, Londres, Vancouver y otros lugares, las personas racializadas continúan sintiendo de manera desproporcionada los impactos perjudiciales del desarrollo urbano y la gentrificación.

En el contexto de crecientes desigualdades provocadas por la pandemia de Covid-19, el aumento vertiginoso de los precios de la vivienda y el malestar racial, el proceso de gentrificación y sus efectos socioculturales en las comunidades de color es especialmente pertinente en este momento.

El barrio chino de Montreal

Alguna vez un refugio donde los inmigrantes chinos podían celebrar su cultura y disfrutar de un sentido de pertenencia, el barrio chino de Montreal se enfrentó a una serie de amenazas de gentrificación en los últimos cincuenta años. A lo largo de la década de 1970 y principios de la de 1980, el vecindario se redujo para dejar espacio para desarrollos como Complexe Guy Favreau, Complexe Desjardins y Place du Quartier.

La construcción del Complexe Guy Favreau condujo a la demolición de varios edificios utilizados por la comunidad china, incluidas iglesias y tiendas de comestibles. Estos importantes proyectos urbanos, eventualmente, impulsaron el desplazamiento de familias chinas. En su lugar, se mudaron personas y empresas más blancas y ricas.

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La construcción de cuatro paifangs, un tipo de entrada tradicional china, en 1999, marcó el comienzo de la estetización de Chinatown. Señalando un deseo de crear autenticidad comercializable, los arcos surgieron de representaciones orientalistas de la cultura china y un deseo de promover la fantasiosa “chinura” del área entre los turistas.

Además, el municipio instaló los paifangs tras las expropiaciones y remodelaciones responsables del borrado del Parc de la Pagode, tres iglesias chinas, muchas empresas locales y toda una zona residencial. A través de la mercantilización de la “otredad” exotizada china, los arcos se convirtieron en un símbolo de la remodelación que hizo del barrio chino de Montreal un destino turístico donde la cultura china se reduce a un espectáculo para el consumo occidental.

Crown Heights de Brooklyn

Ubicado en el este de Brooklyn, Nueva York, Crown Heights fue históricamente el hogar de una gran población de clase trabajadora de las Indias Occidentales, el Caribe y judíos jasídicos. Durante más de dos décadas, el vecindario fue testigo de la llegada de inquilinos de altos ingresos, predominantemente blancos. Durante la última década, mientras que la población negra del vecindario disminuyó, la población blanca se duplicó. Eso llevó a que muchos antiguos residentes racializados se viesen obligados a abandonar sus hogares y negocios.

Nelson Ndongala

Particularmente dignos de mención son los cambios que se produjeron en la escena gastronómica de Crown Heights, con el establecimiento de restaurantes nuevos y, en ocasiones, controvertidos. Uno de esos establecimientos, Summerhill, abrió en 2017. El restaurante, calificado como una “tienda de sándwiches borrachos”, era propiedad de Becca Brennan, una recién llegada blanca de Canadá. Poco después de abrir, el restaurante enfrentó una reacción violenta luego de que Brennan anunciara sus cócteles junto a una “pared llena de agujeros de bala”, restos de una supuesta tienda ilegal de armas en la trastienda, afirmó Brennan. Los residentes de largo plazo la acusaron de minimizar la pobreza y el racismo mientras fetichizaban la historia violenta del área.

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Los nuevos restaurantes y negocios —que son propiedad y que atienden a forasteros más ricos indiferentes de la historia local— a menudo actúan como una forma renovada de violencia y exclusión para las comunidades locales. Luego de una intensa resistencia, Summerhill finalmente cerró sus puertas.

La gentrificación es algo más que vivienda

Los enclaves étnicos, como Chinatown y Crown Heights, sirvieron durante mucho tiempo como espacios seguros para inmigrantes marginados y comunidades racializadas. Pero muchos ahora están desapareciendo a medida que las ciudades buscan maximizar sus ganancias y atractivos. Con la gentrificación, esas áreas se convierten en un entorno que satisface las normas, gustos y sensibilidades de los blancos de clase media alta.

Al mismo tiempo, lo que se percibe como “auténtico” o “étnico” a menudo actúa como un refuerzo de la gentrificación. Al convertir las culturas locales en mercancías para los consumidores, la gentrificación manifiesta un esfuerzo más amplio por cambiar la marca de nuestras ciudades.

Es un esfuerzo que niega a las personas racializadas la propiedad cultural de sus propios espacios. Como tal, la gentrificación es mucho más que vivienda o desplazamiento físico: también se trata de apropiación cultural y exclusión racial.

La gentrificación es un fenómeno complejo, multifacético y de múltiples capas. A medida que la gentrificación se expande e intensifica, es esencial que desarrollemos definiciones que reflejen con precisión tal complejidad y aborden las formas en que la raza y el racismo informan el proceso. Necesitamos pensar en cómo el privilegio blanco y la gentrificación se configuran entre sí.

También tenemos que considerar el papel que juegan las fuerzas corporativas e institucionales en el desplazamiento cultural y la dislocación social de las comunidades racializadas. Por último, pero no menos importante, debemos colocar la gentrificación en una historia más amplia y continua de violencia racial. Para evitar que la gentrificación perpetúe la segregación racial dentro de las ciudades, es necesario discutir y abordar su dinámica racial.

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Fuente: The Conversation/ Traducción: Alina Klingsmen

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