por LaShawn Harris
Cuando las personas con problemas de salud mental están en crisis, la policía suele ser la primera en responder. Dado que muchos oficiales tienen poca o ninguna capacitación sobre cómo evaluar o tratar las enfermedades mentales, estas situaciones pueden volverse violentas fácilmente.
En 2024, por ejemplo, 118 personas murieron en todo Estados Unidos después de que la policía respondiera a informes de alguien que estaba sufriendo un episodio de salud mental. Estos casos pueden dar lugar a cargos por brutalidad policial.
Este problema no es nuevo. Uno de los primeros casos en recibir gran atención e impulsar los esfuerzos de reforma ocurrió hace 41 años, el 29 de octubre de 1984. Ese día, un oficial de policía blanco de la ciudad de Nueva York mató a tiros a Eleanor Bumpurs, una mujer negra de 66 años. Bumpurs, que vivía en viviendas públicas y tenía antecedentes de problemas de salud mental, fue asesinada durante un desalojo.
La muerte de Bumpurs encendió una de las campañas de justicia social más importantes de Nueva York de la década de 1980, centrada en los encuentros de las mujeres negras con la policía. Influyó en décadas de debate sobre la respuesta policial a las personas con enfermedades mentales, que ha continuado hasta la actual elección para alcalde de la ciudad de Nueva York.
Bumpurs vivía al otro lado de la calle de la casa donde crecí, y yo tenía diez años cuando la mataron. En mi nuevo libro, Tell Her Story: Eleanor Bumpurs & the Police Killing That Galvanized New York, explico cómo el tiroteo policial de una abuela agitó a mi vecindario y desató acciones en toda la ciudad.
El desalojo
El día del tiroteo, oficiales de la Unidad de Servicio de Emergencia del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York y la agencia de vivienda de la ciudad se reunieron con un alguacil de la ciudad, trabajadores de vivienda pública y bienestar, y técnicos médicos fuera del apartamento de Bumpurs. Estaban allí para desalojar a Bumpurs, quien tenía cuatro meses de atraso en su renta y le debía a la ciudad un poco más de $400 dólares estadounidenses, lo que equivale a unos $1240 en dólares de hoy. La política de la Autoridad de Vivienda requería que la policía acompañara a los alguaciles de la ciudad a todos los desalojos.
Como cuento en mi libro, este grupo creía que Bumpurs era violenta. Los oficiales de vivienda le dijeron a la policía que ella tenía una enfermedad mental y tenía antecedentes de arrojar lejía a extraños.
Si bien Bumpurs tenía antecedentes de enfermedad mental, también era una mujer mayor que necesitaba atención médica. Como señaló más tarde el consejo editorial de The New York Times: “Ni la Autoridad de Vivienda de la ciudad ni la Administración de Recursos Humanos parecían poder ayudar. Los funcionarios no pudieron conseguir un subsidio de alquiler de emergencia, para el que ella habría calificado fácilmente. Un psiquiatra consultor determinó que era incapaz de funcionar y recomendó la hospitalización, pero nadie actuó con la suficiente rapidez”.
A los oficiales se les asignó la tarea de someter a Bumpurs. Tenían poca información sobre su condición subyacente o capacitación para manejarla.
Armados con máscaras de gas, escudos de plástico, una barra de sujeción y una escopeta, seis oficiales entraron al apartamento de Bumpurs. La policía observó a Bumpurs empuñando un cuchillo de carnicero en su mano derecha. El oficial Stephen Sullivan disparó dos veces con la escopeta. El primero dañó gravemente la mano derecha de Bumpurs; el segundo le dio en el pecho. Bumpurs murió en un hospital local.
Indignación pública
El asesinato de Bumpurs conmocionó a los neoyorquinos. Líderes de la ciudad y activistas comunitarios condenaron lo que consideraron el uso excesivo de fuerza por parte del NYPD contra personas negras y otras personas de color, particularmente aquellas con problemas de salud mental.
Como dijo David Dinkins, entonces secretario de la ciudad y futuro alcalde: “Es inconcebible para mí que se empleara fuerza letal aquí”. The New York Times calificó la muerte de Bumpurs como “un grave error de procedimiento y juicio policial”.
El asesinato de Bumpurs se discutió en sermones de domingo por la mañana, salas de conferencias universitarias, salones de belleza y barberías. Muchos neoyorquinos denunciaron el tiroteo, aunque otros elogiaron a Sullivan por proteger las vidas de sus compañeros oficiales.
Artistas adoptaron la causa de Bumpurs. En su poema de 1986, “For the Record: In Memory of Eleanor Bumpers”, Audre Lorde escribió: “¿Quién contará a las mujeres grandes y carnosas/ a la abuela que pesa 22 piedras/ con las trenzas oxidadas/ y la mueca desdentada/ que no le temía al Armagedón?/ Y voy a seguir escribiéndolo/ cómo sacaron su cuerpo de la casa/ el vestido desgarrado hasta la cintura/ descubierto/ pasando junto a inquilinos y los niños del vecindario/ una montaña de Mujer Negra/ y voy a seguir contando esto/ si me mata/ y podría en maneras que estoy/ aprendiendo”.
En 1989, el cineasta de Brooklyn Spike Lee dedicó su película Do the Right Thing a Bumpurs y a otros neoyorquinos negros asesinados por agentes de policía.
Los críticos argumentaron que Sullivan debería ser despedido y acusado de homicidio. Pidieron que los trabajadores de la ciudad fueran responsabilizados por el mal manejo del desalojo y presionaron al alcalde Edward Koch y al fiscal federal Rudolph Guiliani para que lo investigaran.
A través de mítines, lobby de base y campañas de envío de cartas, los activistas exigieron justicia legal para Bumpurs. También pidieron reformas, incluidas nuevas políticas policiales.
En medio de los llamados de los activistas para su arresto, Sullivan dijo que se había justificado al dispararle a Bumpurs. Insistió en que había seguido los procedimientos policiales.
Acción de la ciudad
En respuesta a la muerte de Bumpurs, el NYPD implementó nuevos procedimientos. La presión pública de los activistas inspiró cambios en las políticas.
Se instruyó a los oficiales a no confrontar a “una persona con problemas emocionales que se cree que está armada o es violenta. No se tomará ninguna acción hasta que el Comandante del Precinto o el Capitán de Servicio lleguen y evalúen la situación”.
Las nuevas políticas priorizaron los métodos no letales para responder a estas emergencias, instruyendo a los oficiales a usar redes, Tasers y barras de sujeción y escudos en lugar de armas de fuego.
La familia de Bumpurs presentó una demanda de $10 millones contra la ciudad, lo que finalmente condujo a un acuerdo de $200.000 en 1990. En 1985, Sullivan fue acusado por un gran jurado del Bronx de homicidio involuntario, lo que conllevaba una pena máxima de 15 años de prisión. Fue condenado, pero absuelto en apelación en 1987 y restituido al servicio completo.
Poco cambio duradero
Aun cuando el NYPD ha adoptado varios programas de capacitación, las personas con enfermedades mentales continúan enfrentando fuerza excesiva y letal cuando se enfrentan a la policía.
Más recientemente, el entonces alcalde Bill de Blasio lanzó el Equipo de Intervención en Crisis (Crisis Intervention Team o CIT) en 2015 y el programa de la División de Respuesta de Asistencia de Emergencia de Salud Conductual (Behavioral Health Emergency Assistance Response Division o B-Heard) en 2021. En 2016, aproximadamente 4700 oficiales del NYPD de una fuerza de poco más de 35.000 completaron la capacitación del Equipo de Intervención en Crisis, que proporcionó instrucción para responder a emergencias de salud mental.
No obstante, los neoyorquinos continuaron enfrentando la violencia policial. El 18 de octubre de 2016, el sargento de policía Hugh Barry respondió a informes de que Deborah Danner, de 66 años, que era esquizofrénica, había estado gritando en los pasillos de su edificio de apartamentos en el Bronx. Barry, que no había recibido capacitación CIT, disparó fatalmente a Danner cuando ella supuestamente le lanzó un bate. Barry fue luego acusado y absuelto de asesinato en 2018.
El programa B-Heard envía profesionales de salud mental y paramédicos del departamento de bomberos a llamadas de salud mental al 911. Sin embargo, a partir de 2024, solo cubría 31 de los 77 precintos del NYPD. Los oficiales de policía todavía responden a muchas llamadas de salud mental usando Tasers o armas de fuego.
El 27 de marzo de 2024, por ejemplo, Win Rozario, un residente de Queens de 19 años, llamó al 911 porque estaba experimentando un episodio de salud mental. Dado que ninguna unidad B-Heard servía al vecindario de Rozario, se envió a la policía. Rozario fue asesinado a tiros minutos después de que los oficiales entraran a su casa.
Otras comunidades de Estados Unidos han tenido mayor éxito utilizando equipos de respuesta civil. Los ejemplos incluyen el programa de Respuesta de Asistencia del Equipo de Apoyo (Support Team Assistance Response o STAR) de Denver y la iniciativa de Desvío Asistido por la Aplicación de la Ley (Law Enforcement Assisted Diversion o LEAD) de Seattle.
La investigación muestra que tales iniciativas son más seguras y efectivas que depender de las intervenciones policiales. Producen mejores resultados para las personas con problemas de salud mental y ayudan a mantener a las comunidades más seguras.
En entrevistas con la hija de Bumpurs, Mary, le pregunté cuál veía ella como el legado del caso de su madre. Respondió: “Mantener su espíritu en movimiento. Dejar que la gente sepa lo que le pasó a ella”.
Más de cuarenta años después de la muerte de Bumpurs, el público continúa recordando su muerte. Activistas y escritores han rendido tributos y escrito artículos sobre Bumpurs, señalando la importancia de su trágico asesinato para el actual movimiento político contra la violencia policial.
The Conversation. Traducción: Tara Valencia