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La ciudad de Woody Allen

Publicado el

por Marta de Miguel Zamora

Analizar cine significa detenerse en lo explícito para ahondar en lo implícito. En esta ocasión vamos a adentrarnos en la obra de Woody Allen para averiguar un mensaje oculto de su filmografía.

El director recurre a una serie de temas como la infidelidad, la muerte o el psicoanálisis. Pero si hay algo que subyace tras todas estas temáticas es un elemento: la ciudad, que cobra vida en la obra de Woody Allen. Los personajes de sus películas nos lo revelan. Atención, que hay spoilers.

Trayectoria neoyorquina

En 1977 la película Annie Hall presenta a un personaje, Alvy Singer, obsesionado con la ciudad de Nueva York. Tras una trama romántica que narra la relación entre Alvy y Annie, está el escenario neoyorquino como testigo y cómplice de los embrollos de la pareja. Y la causa de la ruptura es el deseo de Annie por marcharse a la ciudad de Los Ángeles, lugar que Alvy detesta. “No, no insistas. No quiero vivir en una ciudad en la que la única ventaja cultural es que se puede girar a la derecha con el semáforo en rojo”, argumenta el personaje en una de sus discusiones.

Isaac, protagonista de Manhattan (1979), mantiene esa admiración en sus alocuciones: “Él adoraba Nueva York, la idolatraba de un modo desproporcionado”. El largometraje es un homenaje visual y narrativo a esta ciudad. Y Yale, amigo de Isaac, en una escena en la que su mujer le propone mudarse a las afueras, recupera la idea de que Isaac, papel interpretado por el propio director, sería incapaz de abandonar Manhattan. “Él es incapaz de funcionar en otro sitio que no sea Nueva York”.

Ninguno de los personajes está dispuesto a dejar la ciudad que lo identifica. Tampoco el director da muestras iniciales de querer cambiar de localización de rodaje, puesto que en años sucesivos sigue rodando en Nueva York y hasta 1996 no sitúa una película en territorio europeo.

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Detonante

Todos dicen te quiero (1996) está rodada entre Nueva York, París y Venecia y se basa en el relato del sueño americano en París, un discurso recurrente en el cine norteamericano y que Woody Allen recoge como un nuevo icono de su filmografía.

El protagonista quiere conquistar a una mujer de la que se ha encaprichado fingiendo ser el hombre de sus sueños: “Soy un hombre sencillo. Mis planes son, no sé, vivir en París, a lo mejor enamorarme y dar largos paseos bajo la lluvia”. El director arremete irónicamente contra el estereotipo romántico parisino a la vez que continúa nutriéndolo.

La ciudad queda dibujada bajo una estela de romanticismo fugaz, que no verdadero, y se mantiene como un lugar para el amor ideal, inalcanzable.

Primer punto de giro

En 2003 sorprende en Todo lo demás con un discurso neoyorquino muy diferente al de sus primeros años de carrera. En este caso, Dobel, papel interpretado por Woody Allen, insiste a su colega Jerry en abandonar juntos Nueva York: “Tengo un conocido allí en California que produce y hace programas cómicos para televisión y sé que buscan equipos de guionistas y si les digo que tú y yo formamos equipo creo que nos contratarían”. Este gesto es una aproximación simbólica del director hacia el modelo de representación de Hollywood que criticaba en Annie Hall.

De las palabras de Isaac en Manhattan a las de Dobel en Todo lo demás hay un cambio sustancial, un punto de inflexión que modifica la trayectoria urbana de su filmografía. A partir de Todo lo demás, la protagonista de sus películas no será la ciudad Nueva York.

Primera etapa europea

En 2005 estrena Match Point e inicia un periodo europeo. Con el cambio de escenario, motivado por la búsqueda de financiación, consigue mantener su habitual ritmo de rodajes a cambio de filmar en las ciudades de sus inversores. Un intercambio de intereses que renueva su creatividad. Sin embargo, tanto en las tramas como en los personajes de esta época podemos intuir una crisis identitaria del director.

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En una primera fase, rueda en Inglaterra una trilogía de temática criminalística (Match Point, Scoop y El sueño de Cassandra). Recurre a los relatos británicos clásicos sobre misterio y asesinatos para plasmar su visión londinense. Y comienza a dejar los papeles protagonistas en manos de otros actores, a los que utiliza como alter ego.

En la española Vicky Cristina Barcelona (2008), la voz del director se desdobla entre las dos protagonistas, lo que muestra un inicio de su propia dualidad. Woody Allen se debate entre una Cristina que prueba cosas nuevas sin saber lo que quiere y una Vicky que ha sido infiel a su organizado proyecto de vida.

Segundo punto de giro

Plasma este dilema en Si la cosa funciona (2009). La rueda en Nueva York y en ella explica su crisis personal. Boris, el protagonista, aborrece y maldice todo lo que le rodea. Una de sus escenas con Melody, su coprotagonista, se sitúa en uno de los muelles del puerto de Nueva York. Admiran la Estatua de la Libertad mientras Boris suelta sus monsergas. Resulta paradójico que en ese lugar, que ha sido el principal centro de acogida del país, el director se despida de Nueva York y regrese a Europa.

Segunda etapa europea

“¿Ha venido a París a escribir? Porque verá, hoy en día muchos americanos tienen la necesidad de trasladarse aquí”, le preguntan a Gil, el protagonista de Medianoche en París (2011). A través de su alter ego, Woody Allen cumple el sueño del americano en París. A Gil le suceden cosas maravillosas allí, pero, sobre todo, encuentra una nueva vida: “Que París exista y que alguien pueda escoger para vivir cualquier otra parte del mundo será siempre un misterio para mí”.

Tras esto, Allen se traslada A Roma con amor (2012). Vuelve a actuar y plantea la infidelidad como hilo argumental de cuatro historias independientes. La forma caótica de este metraje es un indicio del estado mental del director tras su ruta europea.

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Clímax

Ese caos se encarna en la protagonista de Blue Jasmine (2013), una neoyorquina que busca empezar una nueva vida en San Francisco tras la muerte de su marido. Después de un importante cambio en su estatus económico, Jasmine se retrotrae a su lujoso pasado en Nueva York y sus estancias en Europa. El recuerdo parisino la hace tener una recaída y desmoronarse de nuevo.

Woody Allen representa en Jasmine su confusión tras el regreso a territorio americano. Blue Jasmine es una catarsis del director que lamenta haber sido infiel a sí mismo.

Final

En Café Society (2016) recupera la rivalidad entre Nueva York y Los Ángeles que planteaba en Annie Hall, aunque en el contexto de los años 30. Y en Wonder Wheel (2017) regresa al Nueva York de los años 50. En ambas películas usa temáticas sobre infidelidad y personajes en crisis existenciales con los que muestra las consecuencias de su simbólico affaire.

En esta etapa destaca el recuerdo nostálgico que tiene de la Nueva York del inicio de su carrera, tal y como manifiesta Gatsby en Día de lluvia en Nueva York (2019). Porque, como dijo Alvy Singer en Annie Hall, “uno siempre está intentando que las cosas salgan perfectas en el arte porque conseguirlo en la vida es realmente difícil”. Razón por la que Mort, escritor neoyorquino protagonista de Rifkin’s Festival (2020), tiene un bloqueo creativo que solo soluciona al enamorarse de una mujer que no es la suya durante su estancia en San Sebastián.

Los cambios de localización dan vida a la filmografía del director. Y así, tan infiel y natural como sus personajes, Woody Allen sigue viviendo y rodando películas en diferentes territorios.

Fuente: The Conversation

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