por Amy Reichelt
Algunos de nosotros definitivamente podemos decir que somos golosos. Ya sean pasteles, chocolates, galletas, caramelos o refrescos, nuestro mundo está lleno de delicias dulces intensamente placenteras. A veces es demasiado difícil resistirse a comer estos alimentos.
Como nación, los australianos consumen, en promedio, 60 gramos (14 cucharaditas) de azúcar de mesa (sacarosa) al día. El consumo excesivo de azúcar es uno de los principales contribuyentes a las crecientes tasas de obesidad tanto en Australia como en todo el mundo.
Comer alimentos azucarados puede arraigarse en nuestros estilos de vida y rutinas. Esa cucharada de azúcar hace que el café sepa mejor y el postre puede parecer la mejor parte de la cena. Si alguna vez intentaste reducir tu consumo de azúcar, te habrás dado cuenta de lo increíblemente difícil que es. Para algunas personas puede parecer absolutamente imposible. Esto lleva a la pregunta: ¿se puede ser adicto al azúcar?
El azúcar activa el sistema de recompensa del cerebro
Los alimentos dulces son muy deseables debido al poderoso impacto que tiene el azúcar en el sistema de recompensa del cerebro llamado sistema de dopamina mesolímbico. Las neuronas de este sistema liberan el neurotransmisor dopamina en respuesta a un evento gratificante.
Drogas como la cocaína, las anfetaminas y la nicotina secuestran este sistema cerebral. La activación de este sistema conduce a intensos sentimientos de recompensa que pueden provocar antojos y adicción. Entonces, tanto las drogas como el azúcar activan el mismo sistema de recompensa en el cerebro, provocando la liberación de dopamina.
Este circuito químico se activa mediante recompensas y comportamientos naturales que son esenciales para la continuidad de la especie, como comer alimentos sabrosos y ricos en energía, tener relaciones sexuales e interactuar socialmente. Activar este sistema hace que quieras volver a realizar el comportamiento, ya que te hace sentir bien.
Los criterios para los trastornos por uso de sustancias del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM 5) citan una variedad de problemas que surgen cuando se es adicto a una sustancia. Esto incluye el antojo, el consumo continuo a pesar de las consecuencias negativas, el intento de dejar de fumar pero sin lograrlo, la tolerancia y la abstinencia. Aunque los alimentos azucarados son fáciles de conseguir, su consumo excesivo puede provocar una serie de problemas similares al de la adicción. Por tanto, parece que el azúcar puede tener cualidades adictivas. Actualmente no existe evidencia concreta que vincule el azúcar con un sistema de adicción/abstinencia en humanos, pero estudios con ratas sugieren esa posibilidad.
Dulces atracciones
La dopamina tiene un papel importante en el cerebro, dirigiendo nuestra atención hacia cosas del entorno, como alimentos sabrosos que están relacionados con sentimientos de recompensa. El sistema de dopamina se activa ante la anticipación de sensaciones de placer.
Esto significa que nuestra atención puede dirigirse a pasteles y chocolates cuando no necesariamente tenemos hambre, lo que evoca antojos. Nuestras rutinas pueden incluso provocar antojos de azúcar. Inconscientemente podemos querer una barra de chocolate o una bebida gaseosa por la tarde si esto forma parte normal de nuestros hábitos diarios.
Tolerancia al azúcar
La activación repetida del sistema de recompensa de dopamina, por ejemplo al comer muchos alimentos azucarados, hace que el cerebro se adapte a la estimulación frecuente del sistema de recompensa. Cuando disfrutamos de muchos de estos alimentos de forma regular, el sistema comienza a cambiar para evitar que se sobreestimule. En particular, los receptores de dopamina comienzan a regularse a la baja.
Ahora hay menos receptores a los que se puede unir la dopamina, por lo que la próxima vez que comamos estos alimentos, su efecto se verá atenuado. La próxima vez se necesitará más azúcar para obtener la misma sensación de recompensa. Esto es similar a la tolerancia entre los drogadictos y conduce a un aumento del consumo. Las consecuencias negativas del consumo desenfrenado de alimentos azucarados incluyen aumento de peso, caries dentales y el desarrollo de trastornos metabólicos, incluida la diabetes tipo 2.
Dejar el azúcar conduce a la abstinencia
El azúcar puede ejercer una poderosa influencia sobre el comportamiento, haciendo muy difícil eliminarlo de nuestra dieta. Y dejar de comer una dieta alta en azúcar “de golpe” produce efectos de abstinencia.
La duración de los desagradables síntomas de abstinencia después de una “desintoxicación” del azúcar varía. Algunas personas se adaptan rápidamente a funcionar sin azúcar, mientras que otras pueden experimentar antojos intensos y les resulta muy difícil resistirse a los alimentos azucarados.
Se cree que los síntomas de abstinencia son factores de la sensibilidad individual al azúcar, así como del sistema de dopamina que se reajusta a una existencia sin azúcar. Se cree que la caída temporal de los niveles de dopamina causa muchos de los síntomas psicológicos, incluidos los antojos, sobre todo porque nuestro entorno está lleno de dulces tentaciones a las que ahora hay que resistirse.
¿Por qué dejar el azúcar?
Eliminar el azúcar de tu dieta puede no ser fácil, ya que muchos alimentos procesados o preparados tienen azúcares añadidos ocultos en sus ingredientes. Cambiar el azúcar por un edulcorante (Stevia, aspartamo, sucralosa) puede reducir las calorías, pero sigue alimentando la adicción a los dulces. De manera similar, los “reemplazos” del azúcar como el agave, el jarabe de arroz, la miel y la fructosa son simplemente azúcar disfrazado y activan el sistema de recompensa del cerebro tan fácilmente como la sacarosa.
Físicamente, dejar el azúcar en tu dieta puede ayudar a perder peso, puede reducir el acné, mejorar el sueño y el estado de ánimo, y podría detener esos bajones de las tres de la tarde en el trabajo y la escuela. Y si reduces el consumo de azúcar, los alimentos azucarados que antes consumías en exceso pueden tener un sabor abrumadoramente dulce debido a una recalibración de tu sensación de dulzura, ¡suficiente para desalentar el consumo excesivo!
Fuente: The Conversation: Traducción: Mara Taylor