por Tara Valencia
¿Es Nueva York una ciudad segura? Cualquier habitante de Nueva York escuchó alguna vez esa pregunta. Es difícil de responder. Depende de muchas variables. Demanda muchas reformulaciones. Una vez estrellaron dos aviones de pasajeros contra dos torres de ciento diez pisos de altura. Murieron tres mil personas en una mañana. Acá, en Nueva York. ¿Cuán seguro te parece eso?
Pero en general no es lo que tienen en mente quienes hacen esa pregunta. La seguridad, o la falta de la misma, se vinculan a situaciones menos excepcionales. ¿Hay muchos robos? ¿Toda la gente está loca? ¿En el metro te asesinan para robarte el celular? La respuesta es complicada. ¿La ciudad es segura en comparación con qué? ¿Con Baltimore? ¿Con Ciudad Juárez? ¿Con Tokio o Copenhague? ¿Con Caracas o París? ¿Cuál es el límite de seguridad aceptable? ¿Cuántos crímenes hacen segura, o no, a una ciudad? Y además, ¿por qué deberían ser ésos los índices que establecen la seguridad? ¿Por qué nadie se pregunta por los peatones o los ciclistas atropellados por automóviles para establecer si una ciudad es segura o no? ¿O por la calidad del aire? ¿Es seguro tomar agua del grifo? ¿Es segura la comida callejera? ¿Es seguro el sistema de trenes? ¿Hay accesos para personas discapacitadas? ¿Se derrumbará el edificio? ¿Se caerá el ascensor? ¿En verano la gente muere por golpes de calor mientras que en invierno mueren por falta de calefacción? ¿Hay inundaciones, incendios, terremotos, tornados? La seguridad tiene muchas caras. O podría tenerlas, en cualquier caso.
Es como si convivieran ahora dos representaciones relativamente recientes de la ciudad: Nueva York como un hoyo de depravación y delito del siglo XX, Nueva York como una especie de Disney World de la vida urbana del siglo XXI. La pregunta es la forma que toma la fricción entre ambas representaciones. ¿Es segura Nueva York?
Durante la pandemia de Covid-19 hubo un aumento de asesinatos y delitos violentos. Eso es un hecho documentado. Que puso nervioso a todo el mundo. O a unos cuantos. Porque este aumento se inscribe en las tasas más bajas de la historia de la ciudad. En 2021, en Nueva York, la tasa fue de 6 homicidios cada 100.000 habitantes. Para ponerlo en contexto, en Filadelfia hubo 35 y en Nueva Orleans 55. ¿Es segura Filadelfia? ¿Es segura Nueva Orleans?
El choque entre percepciones y estadísticas es papel mojado. Ya sabemos de su existencia. Incluso sabemos que las percepciones se miden estadísticamente y que las estadísticas se entienden como percepciones. Aquí es donde entran las dos percepciones de la ciudad. Para una gran cantidad de personas, la ciudad como hoyo de depravación y delito es una imagen de archivo de una vida ajena. ¿Nueva York en los años 70, 80 y 90? No habíamos nacido o éramos chicos. En la discusión entra, entonces, una dimensión generacional. Para una gran cantidad de personas, en Nueva York, “la ciudad grande más segura del país”, se trata de la primera experiencia ante un aumento de las tasas de crímenes violentos (al igual que es la primera vez en una economía inflacionaria). ¿Cambia las percepciones? Seguramente. Durante el último salto de las tasas, en 2009, quienes construían y vivían esas percepciones seguían teniendo un recuerdo de primera mano de los 70, los 80 y los 90, la Nueva York anterior a la disneynización. Ahora las aguas están más repartidas. O menos.
Entonces, ¿Nueva York es una ciudad segura? La respuesta corta es que sí. Tanto como una ciudad como Nueva York puede serlo. Lo demás es percepción y estadística.