por Mary Kate Cary
Creo que Estados Unidos acaba de ver cómo se hacía historia.
Al cabo de diez minutos, a un presidente muy ronco, Joe Biden, le preguntaron sobre el gasto deficitario, perdió el hilo de sus pensamientos y terminó su respuesta murmurando algo sobre “vencer a Medicare”. Fue horrible.
Hubo muchísimos momentos en los que Biden parecía confundido e incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. Tomé notas sobre los intercambios clave, pero la cantidad de episodios embarazosos, oraciones inconclusas y frases incoherentes de Biden es demasiado larga para enumerarla. Su respuesta sobre por qué debería ser presidente a sus ochenta años de alguna manera giró hacia los chips de computadora fabricados en Corea del Sur.
El expresidente Donald Trump cometió sus propios errores, pero en general fue relativamente astuto y comedido cuando lo provocaban. Obtuvo algunos puntos sobre los temas y lo hizo mucho mejor que en su primer debate hace cuatro años. Trump lo hizo mejor de lo que creo que mucha gente pensaba.
Nuestra tarea esta noche era encontrar un momento para reaccionar y ponerlo en contexto. He asistido a múltiples debates presidenciales y he visto muchos más por televisión a lo largo de los años, y nunca había visto algo así.
¿Hay alguna forma en que los demócratas puedan argumentar de manera convincente a favor de mantener a Biden como su candidato?
El resultado final: los moderadores Jake Tapper y Dana Bash hicieron un buen trabajo al hacer preguntas sustanciales y mantener el control del debate; Trump perdió la oportunidad de sacarlo del parque, pero lo superó; y lo más probable es que Biden haya provocado un desastre para el Partido Demócrata.
Conversation. Traducción: Tara Valencia.