por Jillian Hubertz
La música nos rodea. Puede ser nuestra compañera durante todo el día: la escuchamos de camino a la escuela o al trabajo, escuchamos a nuestro artista favorito con amigos, la escuchamos en vivo en conciertos y eventos deportivos, la disfrutamos o la soportamos en tiendas y restaurantes, y luego la volvemos a escuchar por la noche para relajarnos.
Por más significativa y estimulante que pueda ser la música, también puede ayudarte mientras estudias, trabajas en proyectos escolares y haces los deberes. Como profesora clínica adjunta de audiología, puedo decirte que las investigaciones muestran que la música puede aumentar tu concentración e incluso motivarte.
Esta conexión depende en cierta medida de cada individuo. Algunas personas necesitan silencio mientras hacen los deberes. El cerebro humano tiene una capacidad limitada para realizar varias tareas a la vez y algunas personas son mejores haciendo dos cosas a la vez en comparación con otras. El estilo de música, la actividad que estás realizando y el esfuerzo que requiere completar el trabajo también son importantes.
Algunos tipos de música funcionan mejor que otros
Numerosos estudios han descubierto cómo la música puede afectar los hábitos de estudio y trabajo:
1. Escuchar música instrumental o conocida de fondo compite menos con una tarea de estudio que la música con letra o música desconocida. La música instrumental también parece interferir menos con la comprensión lectora y las tareas que requieren memoria verbal y visual que la música con letra.
2. Un estudio demostró que la música suave y rápida tenía un impacto positivo en el aprendizaje, pero la música fuerte y rápida, fuerte y lenta, y suave y lenta obstaculizaban el aprendizaje.
3. La música alegre con un ritmo más alto puede ayudar cuando estás haciendo algo que requiere movimiento o motivación, como hacer ejercicio o limpiar tu habitación.
4. Cuanto más difícil sea tu tarea (por ejemplo, memorizar material, resolver problemas o aprender algo nuevo), más probable es que la música te distraiga y la gente a menudo tenga que apagarla.
Pero antes de escuchar tus sonidos favoritos mientras estudias, no te pierdas un detalle importante: el volumen.
El daño comienza temprano
Ya sea que escuches a través de altavoces, auriculares o audífonos, un volumen demasiado alto puede dañar tu audición. Se conoce como pérdida de audición inducida por ruido y ocurre con más frecuencia de lo que cree: esos sonidos de alto volumen pueden destruir estructuras diminutas y delicadas similares a pelos en el oído interno que lo ayudan a escuchar.
El daño al oído interno puede ocurrir por una sola exposición a un sonido extremadamente fuerte o por la exposición repetida a sonidos fuertes durante meses o años. Si bien algunas partes del oído pueden repararse por sí solas, el oído interno no puede repararse por sí solo.
Cerca de 1 de cada 5 estadounidenses de entre 12 y 19 años (alrededor del 17%) muestra signos de cambios en la audición inducidos por ruido en uno o ambos oídos, lo que eventualmente podría provocar pérdida de audición.
Volumen, tiempo, distancia
El grado de peligrosidad de un sonido para tu audición depende de tres cosas: el volumen del sonido, el tiempo de escucha y qué tan cerca estás del sonido.
Los sonidos se miden en decibeles o dB, y la escala dBA refleja cómo escucha el oído humano.
Por lo general, los sonidos de 70 decibeles o menos son seguros para escuchar. Las conversaciones suelen registrar unos 60 dBA, y el tráfico urbano unos 80 dBA.
Entre los sonidos que pueden resultar nocivos se encuentran los cortacéspedes, con unos 95 dBA, los conciertos de rock, con unos 120 dBA, y los fuegos artificiales, con unos 140 dBA.
La Organización Mundial de la Salud sugiere un límite de exposición semanal a los sonidos, en función de su volumen. Por ejemplo, se puede escuchar un sonido de 75 dBA durante 40 horas a la semana, pero si se escucha algo de 89 dBA, ese límite de tiempo se reduce drásticamente, a aproximadamente una hora y media.
Entre los signos de que se ha estado expuesto a un sonido peligrosamente fuerte se incluyen la pérdida de audición, el zumbido en los oídos y la dificultad para mantener una conversación a un metro de distancia.
Aunque la audición suele volver a la normalidad después de una experiencia de este tipo, hay un coste. Este cambio temporal en la audición puede provocar un daño permanente a las estructuras del oído interno y, en última instancia, dañar la audición.
Cómo mantenerte a salvo
La tecnología que no estaba disponible hace unos años ahora puede alertarte de un entorno auditivo riesgoso. Una aplicación de medidor de nivel de sonido mide el sonido a su alrededor para determinar si es demasiado fuerte. También lo pueden hacer algunos relojes inteligentes.
Si escuchas a través de altavoces, la aplicación de nivel de sonido puede advertirle si la música se está volviendo demasiado fuerte. Cuando uses auriculares o audífonos, mantenlos al 60% o menos del volumen permitido por su dispositivo. Una regla general: si otra persona puede escuchar el sonido que emana de tus auriculares o audífonos cuando está a un brazo de distancia, el volumen es demasiado alto.
Usa auriculares o audífonos de alta calidad con cancelación de ruido para escuchar el audio a un nivel más bajo y seguro. Algunos auriculares también tienen limitaciones de volumen.
Usa protección auditiva, como tapones o protectores auditivos desechables, cuando estés cerca de sonidos fuertes, como conciertos, fuegos artificiales o una cortadora de césped.
También puedes simplemente disminuir el tiempo de escucha. Tomar descansos te permite evitar la sobreexposición.
Sigue estos consejos y podrás disfrutar de tu música, juegos y conversaciones favoritas durante décadas. Presta atención a qué música te ayuda a mejorar tu concentración en lugar de distraerte; puede resultar beneficiosa para tu rendimiento escolar, también.
En inglés. Traducción: Walter A. Thompson