por Jess Reia
Al crecer en un pequeño pueblo de Brasil, mi vida diaria estaba determinada por los ritmos de las horas de trabajo de mi familia. Mi padre trabajó en los turnos nocturnos de una fábrica local durante más de tres décadas. Nos acostumbramos a los días silenciosos y las noches ocupadas, notando que nuestras vidas no estaban sincronizadas con las de nuestros vecinos.
Después de todos esos años, mi fascinación por la noche como un mundo habitable y separado se convirtió en un proyecto de investigación como Mellon Fellow en la Universidad McGill. Luego se convirtió en una oportunidad para trabajar con los gobiernos y comunidades locales en políticas de vida nocturna.
Desde junio de 2020 hasta noviembre de 2022, fui miembro del primer Consejo Nocturno del MTL 24/24 en Montreal, donde contribuí a la investigación de datos y a las políticas para la gobernanza nocturna.
Al intentar comprender la vida nocturna, surgieron dos preguntas principales: ¿Por qué las ciudades deberían gobernarse después del anochecer? ¿Cómo pueden hacerlo responsablemente?
Los recientes llamados a una “ciencia de la noche” y a una formulación de políticas nocturnas basadas en evidencia se están haciendo realidad, a medida que más de cincuenta ciudades alrededor del mundo desarrollaron nuevas formas de gobernanza nocturna.
Un ecosistema complejo
A menudo, cuando la gente piensa en la noche en las ciudades, les viene a la mente un conjunto básico de impresiones.
Existe miedo a la oscuridad, preocupaciones por la seguridad y molestias por ruido. Es un período propicio para las fiestas, las actividades ilícitas y la imprudencia. Y luego están las nociones tradicionales de la noche: silencio, sueño y rejuvenecimiento.
Se ha trabajado mucho para descubrir cómo aliviar algunos de estos temores y facilitar la tranquilidad, como la construcción de una infraestructura de alumbrado público y la aprobación de códigos de ruido con líneas directas especiales para quejas.
Sin embargo, la vida nocturna de cualquier ciudad es mucho más compleja.
En mi investigación, mapeé personas, actividades, organizaciones y comunidades que operan principalmente durante la noche, formando un ecosistema de vida nocturna.
Algunos espacios e instituciones culturales funcionan de noche, como museos, bibliotecas universitarias y cafeterías. Los medios de comunicación no dejan de informar sobre el mundo por la noche, mientras que algunos restaurantes y tiendas de conveniencia sirven comida, bebidas y cigarrillos las 24 horas, los 7 días de la semana. Si ocurre un accidente durante la noche, las personas necesitan acceso a atención médica. El parto no espera a que salga el sol.
La gestión de residuos y las obras viales a menudo se llevan a cabo después del anochecer para evitar interrumpir el tráfico, y muchos trabajadores formales e informales hacen el trabajo de mantener las ciudades funcionando eficientemente mientras otras personas duermen. En muchas ciudades alrededor del mundo, el transporte público funciona tarde o durante la noche, y varias comunidades utilizan la ciudad después del anochecer para congregarse, aprender y explorar, ya sea en reuniones de Alcohólicos Anónimos, escuelas nocturnas o noches de micrófono abierto.
Gobernando y estudiando la noche
Afortunadamente, los formuladores de políticas y los académicos recientemente hicieron esfuerzos para priorizar las horas en que las ciudades supuestamente están dormidas.
Ámsterdam fue la primera ciudad en reconocer formalmente la noche como un espacio y un tiempo que requiere una atención especial por parte de los funcionarios electos, ciudadanos y funcionarios.
Después de más de diez años de nombrar alcaldes nocturnos no oficiales, Ámsterdam institucionalizó formalmente el cargo en 2014, lo que preparó el escenario para una burocracia de consejos, departamentos y comisiones dedicadas a gobernar la ciudad después del anochecer.
Quizás no sea sorprendente que Nueva York, la ciudad más grande de Estados Unidos, estuviera a la vanguardia de este movimiento en el país.
En septiembre de 2017, la ciudad estableció su Oficina de Vida Nocturna con el nombramiento de Ariel Palitz como su directora fundadora, el equivalente a un alcalde nocturno o un zar nocturno; Palitz renunció a su cargo a principios de 2023. Esta oficina tiene la tarea de regular rutinariamente los negocios fuera del horario laboral y emitir licencias, además de enfrentar desafíos abstractos como las formas en que la gentrificación conduce al aumento de los precios de los alquileres, que amenazan los espacios culturales y comunitarios que operan de noche.
Desde entonces, Washington estableció una oficina para la gobernanza nocturna, Boston creó recientemente el puesto de zar de la noche y Atlanta formó una División de Vida Nocturna.
La gobernanza nocturna está más institucionalizada en las partes del mundo de mayores ingresos, pero también existen experimentos y estudios en países de menores ingresos. En 2022, Bogotá se unió a la “Red de Ciudades 24 Horas”, luego de la publicación de un extenso informe encargado por el gobierno local en 2019, para ayudar a los líderes de la ciudad a comprender las necesidades nocturnas de la capital colombiana.
Otras ciudades de América Latina, como San Luis Potosí en México, se autoproclaman embajadores de la noche. Cali, la tercera ciudad más grande de Colombia, lanzó una iniciativa que mapeó las prioridades nocturnas de sus residentes.
En el ámbito académico, también hubo un impulso para comprender mejor la noche. Como escribieron los autores de un manifiesto nocturno de 2022: “La vida nocturna inspira a las personas, forma comunidades y enciende las ciudades. En lugar de servirnos como un escape del presente, la vida nocturna nos ofrece una ventana a realidades diferentes”.
Al abarcar disciplinas como la geografía y la historia, surgió un campo interdisciplinario llamado “estudios nocturnos”, que reúne a académicos de diversos orígenes para comprender mejor la noche urbana desde una variedad de perspectivas. Se realizaron estudios sobre la contaminación lumínica y sus efectos en los seres humanos y la vida silvestre, cómo el cierre de clubes nocturnos LGBTQ ha debilitado a las comunidades y cómo los locales y negocios nocturnos estimulan los alquileres más altos.
Adopción tecnológica responsable
A medida que las ciudades adoptan formalmente sistemas para gobernar la noche, una de mis principales preocupaciones se centra en el auge de la tecnología de vigilancia y el despliegue de big data.
Incluso si la tecnología aún no es uno de los principales pilares de la gobernanza nocturna, los gobiernos municipales ya han estado invirtiendo en tecnologías inteligentes, a menudo sin marcos adecuados para salvaguardar los derechos humanos. Uno de los ejemplos más controvertidos es el despliegue de tecnologías de reconocimiento facial en espacios públicos, que ha ocurrido en ciudades como Nueva York, Río de Janeiro y Buenos Aires. El uso del reconocimiento facial en festivales de música en 2019 dio lugar a campañas para su prohibición.
En mi opinión, la necesidad de hacer que la noche sea más segura no debería significar simplemente más vigilancia.
También se ha demostrado que el uso de tecnologías de vigilancia aumenta la discriminación racial y de género porque a menudo incorporan conjuntos de datos sesgados y no tienen en cuenta las desigualdades históricas. Hay una larga historia de regulaciones y vigilancia nocturna que se dirigieron desproporcionadamente hacia las minorías.
Sin embargo, con un despliegue responsable y cuidadoso, ciertos datos pueden ser una herramienta útil para la gobernanza nocturna. Por ejemplo, realizar un seguimiento responsable del movimiento nocturno puede ayudar a las ciudades a comprender dónde podría ser útil contar con más transporte público nocturno.
Ampliar la seguridad y el sentido de pertenencia es esencial. Mientras consultaba con residentes de Montreal, aprendí cómo querían que la noche fuera más segura para las comunidades LGBTQ y libre de discriminación racial y étnica. La vida nocturna de la ciudad también se vio enredada con la lucha contra la gentrificación y políticas más razonables de mitigación del ruido, cuestiones que afectan a muchos lugares de América del Norte.
A medida que más ciudades estadounidenses adoptan mecanismos de gobernanza nocturna, las lecciones aprendidas de ciudades como Montreal son valiosas y pueden ayudar a prosperar a familias como la mía, que no trabajan con el tradicional horario de 9 a 5.
Fuente: The Conversation/ Traducción: Tara Valencia