por Simone Kraus
Todos pasamos por ese momento en el que un completo extraño con voz vacilante dice: “¿Puedo hacerte una pregunta?”
La pregunta, para la mayoría, puede ser en qué pasillo está el detergente para la ropa, o dónde está tal o cual lugar. Para mí, a menudo es algo más personal, mucho más personal.
“¿Cómo es ser transgénero?”
Se siente como un puñetazo en el estómago. Significa que me relojearon, como lo llamamos en la comunidad trans. Alguien descubrió que soy trans. En general tengo privilegios de paso; la mayoría del tiempo me mezclo con la parte femenina de la sociedad.
Supe a los cinco años que algo andaba mal. A los nueve, hojeando una enciclopedia, leí sobre Christine Jorgensen, la primera persona ampliamente conocida en los Estados Unidos por someterse a una cirugía de reasignación de sexo, y supe quién era yo. Eso fue en 1966. Lo escondí durante 51 torturantes años.
En 2017 me jubilé y comencé mi transición. Perdí la mayoría del apoyo de mi familia y amigos, y me expulsaron del dojo en el que entrené durante 33 años y enseñé durante 26.
Bajo el presidente número 44, las personas trans ganaron muchos derechos. El 45 trató de borrar esos derechos, y en 2020 finalizó una regulación que borra la protección de pacientes transgénero por parte de los profesionales de la salud.
En 2020, los gobiernos estatales comenzaron a legislar para eliminarnos y empeoró cada año. En veintitrés estados se me puede negar vivienda, alojamiento público, crédito y servicios de préstamo por ser trans. Catorce estados prohibieron el uso de Medicaid para la atención de afirmación de género. Seis estados prohibieron este tipo de atención para menores de veinte años.
Aunque Nueva Jersey me brinda muchas protecciones, que es la razón principal por la que me jubilé aquí, no es inmune a la legislación anti-trans. En octubre de 2022, el senador Ed Durr (R-Gloucester) presentó un proyecto de ley dirigido a la atención de afirmación de género para jóvenes.
Desde hace unas semanas, se presentaron ochenta proyectos de ley para restringir la atención de afirmación de género en todo el país, según la ACLU.
Entonces, ¿cómo es ser transgénero?
Bueno, cuando me relojean, recibo muchos errores de género intencionales. Es lo más extraño: puedes ver el momento en que la persona se da cuenta de que eres trans y la mirada pasa de una expresión amistosa a una de odio y disgusto. Que me llamen “eso” es una de las palabras más amables dirigidas hacia mí. Y ahora miro por encima del hombro con mucha más frecuencia.
Pero, sinceramente, nunca me sentí más feliz o realizada. Sonrío casi todo el tiempo. Espero con ansias cada día. Cuando me miro en el espejo, la imagen que me mira es quien se supone que debo ser. Sé en mi corazón y en mi alma que ahora estoy en casa en ese reflejo.
Participé en traer el programa de HBO “We’re Here” al condado de Sussex el verano pasado. Un espectáculo protagonizado por tres drag queens, que trata de educar y enseñar la comprensión en las partes menos aceptadas de la nación. Y a menudo lo hace.
Es por eso que soy una gran defensora de la comunidad transgénero: es la esperanza de que tal vez, solo tal vez, diga una cosa, y esa persona que puede haberme malinterpretado o me miró de manera extraña tendrá un momento de comprensión y aceptación.
Fuente: New Jersey Monitor/ Traducción: Tara Valencia